Pese a recibir miles de millones por canon y regalías mineras, Cajamarca sigue siendo la región más pobre del Perú. Distritos como La Encañada exhiben edificios, estadios y plazas de toros, mientras la población continúa sin agua, salud ni educación de calidad. Economistas advierten que la mala gestión, la corrupción y la falta de visión productiva mantienen a la región en el mismo círculo de atraso. Milton Von Hesse, director de Videnza Consultores y exministro de Estado, dijo en una entrevista a RCR que el distrito de La Encañada recibió millones por canon minero que los alcaldes malgastaron. Han preferido, dijo Von Hesse, construir edificios en vez de invertir en agua y saneamiento, educación, salud, pistas y otros servicios básicos.
Puso como ejemplo, o mal ejemplo, a La Encañada, uno de los distritos que más canon ha recibido, mientras la pobreza sigue siendo la misma hace 15 años. Von Hesse atribuye esa situación a que los alcaldes prefirieron construir un estadio de fútbol, una plaza de toros, un palacio municipal, tres o cuatro edificios municipales más y 16 iglesias. En cambio, se olvidaron de agua y saneamiento, educación, salud, etcétera.
De acuerdo con el exministro, en La Encañada las cosas seguirán como ahora dentro de 20 años. “El canon va a contribuir muy poco al desarrollo porque se han movilizado recursos en inversiones que no son productivas, que no le cambian la vida a la gente ni muy poquito. Esa ha sido una tragedia”, dijo.
Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), de las 20 provincias más pobres del país, diez pertenecen al departamento de Cajamarca, tres a Áncash, dos a La Libertad y una a Pasco, Piura, Huánuco, Ayacucho y Amazonas, respectivamente.
En la región Cajamarca se encuentran 16 de los 20 distritos más pobres del Perú, según el mapa de pobreza monetaria 2018 del INEI. Se menciona a Anguía, Chimban, Pión, Choropampa, Miracosta y Llama (Chota); La Encañada y Cospán (Cajamarca); Ichocán y José Sabogal (San Marcos); El Prado (San Miguel); Sucre (Celendín); Sallique (Jaén); Oxamarca (Celendín); Huarango (San Ignacio) y Cujillo (Cutervo).
Según el Instituto Peruano de Economía (IPE), la pobreza en Cajamarca decreció entre 2004 y 2019, pero aumentó tras la pandemia de la COVID-19. Subió a 44.5 % en 2023 y a 45 % en 2024, lo que la convirtió en la región más pobre del país.
A pocos meses de cerrar el 2025, se confirma la paradoja de Cajamarca como una de las regiones más pobres, a pesar de recibir millones por canon y regalías mineras. Sobre las causas de esta situación se mencionan la mala gestión pública, la falta de inversión en infraestructura, industrialización y capital humano, la informalidad laboral y la descoordinación entre los sectores público, productivo y el mercado.
Entre 2021 y 2023, Cajamarca recibió más de S/1 000 millones en transferencias por canon minero, pero estos recursos no han logrado reducir la pobreza de manera significativa. No se cuenta con data actualizada desde el inicio de las actividades mineras, pero se sabe que los distritos de Cajamarca, Baños del Inca y La Encañada recibieron más canon.
Ese dinero se ha gastado en obras de infraestructura, proyectos de desarrollo y educación, con un énfasis creciente en mejorar la capacidad de gasto y la ejecución presupuestal para lograr un mayor impacto social. Pero este esfuerzo aún no logra solucionar las brechas que tiene la región. En 2025, el boletín estadístico minero revela que Cajamarca recibió un aproximado de S/348 986 198 por canon minero.
¿Por qué no se sale de la pobreza?
El decano del Colegio de Economistas de Cajamarca, José Luis Medina, señala que el canon minero sirvió para aumentar ingresos de gobiernos regionales y locales, pero no para transformaciones productivas ni reducción de la pobreza estructural. “Los distritos más pobres permanecen rezagados, pese a recibir estos recursos”, asevera.
Para Medina, el por qué sigue la pobreza se debe a un bajo efecto multiplicador y de corto plazo. Aunque estudios encontraron que un mayor avance en la ejecución del canon puede reducir la pobreza, el efecto es modesto. Por ejemplo, un aumento del 1 % en la tasa de crecimiento del avance de ejecución reduciría la pobreza monetaria en apenas 0.11 % en Cajamarca.
La ejecución deficiente y los recursos no usados son otra condición. Uno de los grandes cuellos de botella es la ineficiencia en la ejecución presupuestal. Se ha reportado que hasta el 30 % del canon no se ejecuta por deficiencias de gestión de autoridades locales y regionales.
Además, el destino del canon ha sido poco transformador. La mayor parte fue asignada a servicios tradicionales como transporte, educación, saneamiento, agropecuaria y planeamiento. Aunque son sectores fundamentales, muchas obras de este tipo no generan cadenas productivas locales fuertes ni elevan la productividad rural. “En Cajamarca se ha señalado la mala gestión pública como un factor central del subdesarrollo. Proyectos mal planificados, paralizaciones, sobrecostos y corrupción debilitan el impacto real de los recursos”, dice Medina.
Se suma la desigualdad territorial y la fragmentación distrital. Cajamarca tiene una geografía compleja y un número elevado de distritos con poca población; eso dificulta economías de escala. Además, el 75 % del canon y regalías se concentra en pocos municipios provinciales y distritales. Las 20 municipalidades distritales más pobres de la región han recibido menos del 10 % de todo el canon distribuido en el departamento, y solo cinco municipalidades provinciales y distritales concentraron casi el 50 %.
La metáfora del mendigo
El caso del distrito de La Encañada se repite en cada rincón de la región Cajamarca, producto de la incapacidad gubernamental, la corrupción y el mal uso de los recursos del canon minero. Se requiere con urgencia fortalecer capacidades, trabajo conjunto, transparencia y sostenibilidad de las políticas públicas.
Se proyecta que las inversiones mineras permitirán que el canon minero en Cajamarca aumente. Pasaría de S/348 986 198 a más de S/2 200 millones anuales gracias a nuevos proyectos de cobre y oro.
Roy León Rabanal, secretario ejecutivo de la Mesa de Concertación de Lucha contra la Pobreza en Cajamarca, ejemplifica la mala distribución del canon con el caso de la carretera que atraviesa toda la región. Esa obra no está culminada y generó un paro regional. “Si se hubiese utilizado parte de ese dinero para cerrar esa brecha de comunicación regional, tal vez la cosa hubiese cambiado un poquito más por el acceso que podrían tener los productores hacia otros mercados a nivel regional y nacional”, expresó.
Señaló que las brechas de educación, calidad educativa, infraestructura educativa, desnutrición crónica, anemia, agua y saneamiento son temas que viene arrastrando Cajamarca durante mucho tiempo, debido a que probablemente los gestores y decisores en su momento no han sido capaces de abordar estos problemas de una manera efectiva.
Los estudiantes de la escuela San Antonio de Padua, en el distrito de Chugur, en la provincia de Hualgayoc, por años estudiaron en condiciones precarias. Su escuela se caía a pedazos. Gracias a la preocupación de su directora, que llegó hasta Cajamarca y expuso el caso a los medios de comunicación, las autoridades regionales y la minera Coimolache lograron llegar a un acuerdo para construir este colegio mediante el mecanismo de obras por impuestos.
Luz Mila Guevara señala que para lograr el objetivo han pasado muchos años. Considera que esta obra no solo cambiará la infraestructura, sino que permitirá mejorar la calidad educativa, contar con espacios adecuados y fortalecer la capacidad para formar a los futuros líderes y profesionales.
Por su parte, el alcalde Vidal García Efus recalca que la educación es el pilar del desarrollo de las comunidades. Este proyecto es una muestra de lo que pueden lograr juntos el Estado, la empresa privada y la comunidad. Agrega que las necesidades son muchas y los recursos del canon bajos.
Educación, salud, agua y saneamiento
El Instituto Peruano de Economía (IPE) da cuenta de que unos 4 mil colegios en la región Cajamarca presentan deficiencias en la infraestructura y se encuentran a punto de colapsar.
Aunque la data es reservada en la Dirección Regional de Salud Cajamarca, aproximadamente el 90 % de los 889 establecimientos de salud requeriría mantenimiento parcial o total. En cuanto a agua y saneamiento, el porcentaje de hogares con acceso a las redes públicas de ambos servicios aumentó de 27.8 % a 45.5 % entre 2004 y 2022. Es decir, la mitad de los hogares de esta región todavía carece de estos servicios. En la zona urbana, la cifra sube a 90.9 % de hogares con acceso a agua y saneamiento, mientras que en zonas rurales baja a 15.2 %. Es la segunda brecha más alta del país, después de Lambayeque.
El Gobierno Regional de Cajamarca reconoce que la brecha de agua y desagüe en la región es todavía significativa. Según esta institución, alrededor de 252 432 personas en la zona rural no tienen acceso a servicios de agua, lo que representa aproximadamente el 28 % de la población rural. Además, se estima que 551 990 personas (62.2 %) no cuentan con el servicio de disposición sanitaria de excretas y que el 98.4 % de hogares no tiene acceso a agua clorada.

